y odie el momento
que me despojó del sueño
si quede cegado por tres horas.
Imagine el cansancio de la mañana
pero dejé volar
las flores y lloré por imágenes
dios gracias, nunca tristes
o tal vez sí, pero
reí.
Estuve imaginando cosas nuevas,
tu mundo,
estuve
en instantes sonriendo
entre películas ridículas,
estuve pues entonces entre el
delirio siempre mio y tu música,
entre gritos y libélulas.
Una caja mía, construida por papeles
se hace fuerte, te abraza
encierra un perfume de
cristal.
Estuve imaginando donde
estabas vos, de a ratos,
y te miré,
sonreí con vergüenza
y cree tu mundo
irreal, innegablemente
fui feliz
y lo estuve imaginando;
miré tu palidez,
tu gesto (o tus gestos),
el cristal que reitero incansablemente,
y fue así,
fui feliz.
Porque estuve imaginando
cosas nuevas, tu mundo
estuve entonces,
y suelo estar
entre el delirio siempre mío y
tu música
entre gritos y libélulas.
Marcelo J. Cabral
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